lunes, 29 de septiembre de 2014

Snow Cruiser




Hace ya tiempo, como podéis ver en el post de la Tierra Hueca de este blog,  estuve investigando el Ártico, la Antártida, y las hazañas del contralmirante Richard E. Byrd en busca de cualquier cosa que pudiese explicar por qué su nombre aparece siempre que tecleas en tu buscador  “Teoría de la Tierra Hueca”.
Ya os conté en el antiguo post la posible participación del Almirante en la expedición de las tierras ubicadas dentro del planeta que pisamos
Lo más llamativo es que los que nos llaman conspiranoicos por hablar de estos temas, nunca pueden aportar pruebas de lo contrario, en cambio, investigando  y tirando un poco del hilo, siempre se acaba en el mismo sitio.
Por ejemplo, en los informes “The Quest for the Inner Passage,” (THEI Vol. 1)”, que se pueden encontrar en la red, me encontré que la familia  del Almirante Byrd, tenía parentesco con la elitista familia real inglesa.
Parecían saber desde temprana edad que había nacido para explorar las regiones polares de la tierra. Su propia abuela decía “ese niño irá al Polo Norte algún día”…incluso su mote de pequeño era “Dick”
También me di cuenta que desde el principio un velo de secreto ha cubierto sus expediciones. Y me enteré de que John D. Rockefeller y sus amigos, habían financiado sus primeras exploraciones.
Para consternación de sus compañeros de expedición, toda la información recogida (suficiente para llenar 7 libros) fue a parar a las manos de Rockefeller antes de que nadie tuviese la oportunidad de estudiar sus hallazgos, para desaparecer y no volver a ser vista nunca más.
A principios de 1938, la mayoría de la gente era consciente de que una gran guerra se divisaba en el horizonte europeo.
Al líder alemán Adolf Hitler estaba empezando a flexionar sus músculos para el lanzamiento de una expansión masiva de las fronteras de Alemania. Ésta había estado en quiebra desde 1931 y su balanza comercial mostro un déficit de 432 millones de marcos, y la expansión y acumulación de material de guerra, fue cargando de presión adicional el bolsillo de Hitler.
Los problemas financieros se dejaron de lado para apoyar una expedición cara que estaba entonces en etapa de planificación. Una expedición que era importante para la jerarquía nazi, y que por extrañas razones se ha mantenido en secreto hasta el día de hoy.
En una noche de invierno del 1938, el buque de investigación alemán “Schwabenland”, zarpó de Hamburgo con destino a la Antártida.
A bordo iba una tripulación meticulosamente escogida, entre la que se encontraban los mejores aviadores, técnicos, oceanógrafos, biólogos, meteorólogos y científicos de Alemania.
Estas personas estaban bajo órdenes secretas, comprometidos a no divulgar su misión, por lo cual hoy en día poco se sabe.
El presidente americano Roosevelt, se dio cuenta de la jugada alemana, y puso en marcha la maquinaria yanqui para evitar una posible extensión de las reclamaciones de Alemania en zonas antárticas del hemisferio occidental.
Como se puede ver, una gran confrontación entre las fuerzas norteamericanas y alemanas muy peligrosa, estaba presente en la Antártida en 1939.
Sin embargo, ninguno de los dos iban buscando una guerra en esas tierras inhóspitas, más bien era una misión encubierta, disfrazando de guerra por territorios lo que en verdad era una expedición secreta.
¿Podría ser una especie de carrera espacial por la exploración de las tierras más allá de los polos y ser los primeros en ganar la entrada para adentrarse en las tierras legendarias de nuestro planeta?
Pensando un poco, cuando se organiza una misión de exploración a tierras desconocidas por primera vez, lo ideal es montar un campamento base en el borde del área a explorar. Ahí se monta la radio para mantener los equipos en contacto, y el depósito de suministros.
En enero del 1929 el Almirante Byrd estableció la base “Little América” como el puesto de avanzada en el continente antártico.
Pero… ¿y si el área a ser explorada no es una tierra estéril de hielo y nieve?  ¿Y si fuese más favorable la vida de lo que se nos dice, y existiesen animales salvajes, o aun peor, criaturas inteligentes que pudiesen poner en peligro la expedición?
En ese caso, lo mejor que se podría hacer es tener una especie de campamento base móvil.  De esta manera, también permitiría a los investigadores cubrir mayor extensión de territorio.
Aquí es donde aparece en escena nuestro protagonista el  “Snow Cruiser”



Este gigante fue especialmente diseñado para atravesar grietas y crestas de hielo dentadas, y se presentó como una pieza importante en la expedición de Byrd.
Fue diseñado por el Dr. Thomas C Poutier en Chicago. En un testimonio recogido indicó que la nave podría llevar el equipo suficiente para un grupo de exploradores durante más de un año.
También sugirió que en la cubierta, podría albergar un avión de guerra, que haciendo vuelos cortos alrededor, podría explorar una superficie de 5000 km2 de territorio desconocido, durante un solo verano ártico.
Pedazo de llantas tu


Naturalmente, algo de esta magnitud estaba llevándose a cabo para captar la atención de la prensa y con ella la de los ciudadanos estadounidenses, por lo que el paso a paso del desarrollo del Snow Cruiser fue seguido con entusiasmo por los medios de comunicación a diario.
Los neumáticos se construyeron en la planta de Goodyear en Akron. Según la prensa, fueron los más grandes fabricados hasta la fecha.
Dile a Poutier que la monte su puta madre


La potencia del ingenio era suministrada por dos motores diésel de 200 caballos de fuerza, que se conectaban a los generadores y baterías para accionar la radio, estufas, equipos de calor y el taller de máquinas.
El Snow Cruiser seria controlado por un conductor, ubicado en la cabina del segundo piso. Debajo de él estaría el taller de reparaciones, en la parte trasera la cocina, un cuarto fotográfico, literas, trastero, compartimento para 2 neumáticos de repuesto, etc… Tendría una autonomía de 5000 millas y viajaría a una velocidad de 30 a 50 km/h en todas las condiciones, menos con gran ventisca. Un giroscopio podría instalarse para mantener en ruta el vehículo automáticamente. Las ruedas delanteras y traseras se manejarían independientemente para que pudiese girar o cambiar de lado en el menor ángulo posible. El presupuesto era de 150.000 dolares de la época.

Almirante Byrd jugando a la consola


Una vez construido en la planta de Chicago, se llevó por carretera hasta el muelle de Boston con el apoyo de una escolta policial que detuvo el tráfico a través de los 20 km que se extendían hasta la costa.
Miles de personas siguieron su progreso a través de las emisoras de radio. Mucha gente hizo un viaje especial para tratar de acercarse y ver en persona el nuevo gigante americano.

Peazo invento la gaseosa

El 28 de Octubre de 1939 el Snow Cruiser llego a la costa de Boston, después de la parafernalia yanqui, con desfiles y confetis a su paso por las carreteras nacionales.

Piii, piiiiiiiiiiiiiiiiiiiii


En enero de 1940 llego a su destino. La maniobra de desembarco fue un tanto difícil, se tuvo que construir una rampa de madera y acero, y estuvo a punto de caer desde ella.



Me cago en mi calavera!
Pero lo peor estaba por llegar, bastó un corto trayecto sobre la nieve para comprobar que algunas de las suposiciones hechas sobre su comportamiento sobre la nieve no eran exactas. Las ruedas, sin dibujo, giraban sin control y se hundían. Los siguientes intentos por seguir avanzando dieron aún peores resultados. Las ruedas se iban hundiendo cada vez más y el Snow Cruiser quedo bloqueado. La única opción fue colocar tablones bajo las ruedas. A ratos la situación mejoraba, pero al poco volvía a quedar atrapado en la nieve.
Se instalaron cadenas en las ruedas traseras y se colocaron las dos ruedas de recambio en el eje delantero, así se aumentó la superficie de contacto y la tracción. También se ajustó electrónicamente, pero el ritmo seguía siendo extremadamente lento, se intentaba avanzar, se bloqueaba, se intentaba volver a avanzar, pero los motores se recalentaban.
La potencia sin control no sirve de nada


Pasado un mes, el barco que había transportado el Snow Cruiser estaba listo para zarpar, y Poutier, su creador, tuvo que abandonar su vehículo en la nieve con la convicción de que no podría funcionar de manera satisfactoria a no ser que se realizaran modificaciones importantes que no se podían hacer en el campo.
Dejó instrucciones precisas a la tripulación para que volviesen a intentarlo cuando la nieve se volviese más dura. Para entonces los periódicos ya habían empezado a perder su entusiasmo por el gigante, al que le llamaron “dinosaurio sobre ruedas”.


Con la llegada del frio la tripulación volvió a intentar ponerlo en movimiento, aunque sin éxito. El último intento fue a principios de primavera y, para sorpresa de todos, sobre la nieve dura el aparato se movía mucho mejor. Esta vez no se hundió tanto como las otras veces. La tripulación lo celebró abriendo una botella de brandy. A la mañana siguiente, se demostró que la celebración había sido un tanto prematura, los circuitos hidráulicos estaban atascados, pero peor fue comprobar que después de limpiarlos el Cruiser volvía a hundirse en la nieve, pero además como no lo había hecho nunca antes, esta vez tan profundamente que parecía imposible que pudiera volverse a mover. Pese a que la temperatura era de 54 grados bajo cero, la nieve era diferente que la del día anterior. Al atasco se sumó una serie de averías en las bombas, los fusibles,…

Era obvio que el Snow Cruiser había dado sus últimos pasos sobre la nieve. La máxima distancia que había cubierto eran 154km, todos marcha atrás, pues la tripulación había descubierto que yendo marcha atrás mejoraba la tracción.

Atascado como estaba, el Snow Cruiser demostró cuáles eran sus verdaderas virtudes, sus cómodos y cálidos habitáculos. El refrigerante del motor se hacía circular por los radiadores de la cabina para calentarla. Se trataba de un sistema de calefacción que funcionaba bastante bien, a la tripulación les bastaban unas mantas ligeras para dormir. Durante el invierno antártico, los científicos aprovecharon el tiempo haciendo algunos experimentos sismológicos, mediciones de rayos cósmicos y tomando muestras del hielo a diferentes profundidades.

A principios de 1941, la falta de fondos provocó la cancelación de la misión y con ella el retorno de la expedición a Estados Unidos. El Snow Cruiser quedó solo y abandonado a la espera de que el Congreso destinara los fondos necesarios para las modificaciones necesarias para que recuperara su movilidad. Sin embargo, esos fondos nunca llegaron y no se volvió a saber nada del Pingüino hasta que en 1958, otra expedición volvió a toparse con él. Aunque estaba cubierto por una buena capa de nieve, una caña de bambú marcaba su posición y ayudó a encontrarlo. La expedición pudo medir la cantidad de nieve había caído desde su abandono, fue para lo único que sirvió para la ciencia. El interior se encontraba tal como lo había dejado su tripulación, lleno de periódicos, revistas y cigarrillos.

Ésta fue la última vez que alguien vio el Snow Cruiser, las expediciones posteriores no encontraron ni rastro de él. Se especuló sobre la posibilidad de que la Unión Soviética lo hubiera rescatado y se lo hubiera llevado, hubiera tenido su mérito, porque los soviéticos se habrían encontrado con las mismas dificultades para moverlo. Sin embargo, parece ser que lo más probable es que se encuentre en el fondo del océano, o enterrado bajo una buena capa de hielo y nieve, o quizá los ingenieros alemanes de la base antártica “Neu Schwabenland” se toparon con él, encontraron alguna manera de ponerlo en movimiento, y lo introdujeron a través de alguna cavidad antártica en el interior de la tierra.



PS: Si os ha interesado el Snow Cruiser, podéis ver varios vídeos del Pingüino en funcionamiento en la web de
Joel Dirnberger, en la que también podéis encontrar muchas más fotografías.